1/13/2009

CONCIERTO PARADÓJICO

Goldfrapp comenzó a tocar su musiquita ondulante a la hora indicada. La noche caía despacio y apolillados guardias trajinaban los últimos emergentes y alcohólicos grupos humanos. Decía, que la noche caía como el ulular de la sirena de bomberos en la comuna aledaña...lenta...lejana...lenta...lejana.

Concluye el tema y después de esto ya nada existe. Una orquesta desinflada, copas vacías y absurdos brillos reflejados, megáfonos clavados en la curvatura de alguna estrella ficticia, alambrados retorcidos entre papeles y saquitos de pop corn (así les llaman ahora a las cabritas): un campo de concentración descomprimido. - Voy a cantar para volver a creer en tí - me dices espontáneamente. Allí, ese parido instante perdió la belleza fulminada; mi ordenamiento rayó en el caos. El coro maulló como gato obeso y el jazz, la musiquilla ondulante, se va perdiendo en los minutos que me quedan o que te quedan querida mía, porque al final del estrellato, en la demolición eufórica, no sabemos quien de los dos quedará con vida y altivo, airoso, saldrá del motel "Tulipanes Now".

Caledonio Pérez

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